III ENCUENTRO: LA ANUNCIACION DE MARÍA:
D- Ruega por nosotros Santa Madre de Dios.
T- Para que seamos dignos de alcanzar y gozar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Del Santo Evangelio, según S. Lucas:
“En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El Angel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo». Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Angel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin». María dijo al Angel: «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?». El Angel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios». María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho». Y el Angel se alejó.” Amén.
Reflexión:
En esto consistió la Encarnación; al decir SÍ al anuncio del Ángel San Gabriel, María abrió el camino al Hijo de Dios para que, sin dejar de ser Dios, se hiciera hombre en sus entrañas. Hombre idéntico a cualquiera en todo, menos en el pecado. Hombre, para llevar al Hombre hasta Dios. El cristiano sabe que encarnarse en la propia época y el propio ambiente es hacerse idéntico a los demás, sin dejar por ello de mantener su personalidad cristiana, a fin de llevar a todos a Dios.
Oración:
Señor, tú has querido que la Palabra se encarnara dentro del seno de la Virgen María, Nuestra Señora de Montemayor, concédenos, en tu bondad, que cuantos confesamos a nuestro Redentor, como Dios y como hombre verdadero, lleguemos a hacernos semejantes a Él en su naturaleza divina. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
D- Dios te Salve María…